Aquel invierno de 1959 había sido lo suficientemente lluvioso como para que los peñarriblenses pudiesen hablar de “temporales de lluvia”, fenómenos meteorológicos que, indirectamente, se cobraron la vida de Gregorio Gilgado Cáceres y ocasionaron contusiones a su hija Clemencia cuando en la madrugada del miércoles…
