A finales del siglo XVIII, un grupo de capitalistas Franceses se instala en Peñarroya-Pueblonuevo creando la Sociedad Minera y Metalúrgica, (SMMP). Estos Parisinos construyeron un complejo de talleres metalúrgicos, mecánicos y otros servicios que permitieron atender las necesidades del mantenimiento de los ferrocarriles, minas e industrias, levantando así, un poderoso imperio junto al antiguo Pueblonuevo del Terrible al que se denominó; Cerco Industrial.

En 1895, se inaugura el ferrocarril con el objetivo de intentar optimizar el movimiento de mercancías y material acercando así a Peñarroya a la nueva realidad y capacidad de trabajo. Esta vía que unía Fuente del Arco y Peñarroya llegaría a convertirse en la segunda línea férrea de España, en metros e importancia, al prolongarse hasta Puertollano.

Durante la Guerra civil, de 1936 al 1939, se dan fuertes enfrentamientos entre tropas sublevadas del General Francisco Franco y tropas leales al legitimo Gobierno de la República; La empresa Francesa jugara a estar del lado del más poderoso en todo momento para intentar trabajar con normalidad, sin embargo, esta actitud condenara a sus propietarios a ser expulsados y expropiados de sus negocios por Francisco Franco. La ciudad y el resto del Guadiato fueron determinantes en el desarrollo de la guerra, tanto es así, que se dieron gran cantidad de batallas y refriegas por el control de este imperio industrial.

La mañana del sábado 18 de julio se extendieron por las calles los rumores de la sublevación del Ejército en Marruecos mientras las organizaciones mineras trataban de conseguir noticias de lo que pasaba en el resto de la Península vía telefónica. Pasadas las tres de la tarde el alcalde Fernando Carrión se pone en contacto con el Gobernador Civil, Rodríguez de León, que le asegura que en la capital la normalidad es total, pero horas más tarde las noticias desmienten lo hablado sublevándose Sevilla y Córdoba. El movimiento obrero comienza inmediatamente la requisa de armas de las armerías locales, de la guardería de la SMMP y se lleva toda la dinamita del polvorín de la Mina Antolín, (Dionisio Babiano se hace con la dinamita), todo ello es llevado a la Casa del Pueblo Socialista en la calle Progreso donde se realiza un primer reparto.

Se establecen guardias armadas en las entradas de Peñarroya-Pueblonuevo para detener posibles ataques. Mientras la guardia civil, bajo el mando del Cabo Cantón, permanece en su cuartel de la Calle Laderas.

En los primeros caóticos días de la sublevación la iglesia de Peñarroya fue incendiada, y la de Pueblonuevo se usó como Casa del Pueblo. Se practicaron gran cantidad de registros y detenciones. Entre los detenidos hay varios médicos, algún Ingeniero de Sociedad Minera y Metalúrgica, el abogado y directivo de la mencionada Sociedad D. Carlos Calatayud. Se dan rumores muy alarmantes, como la muerte del Diputado Socialista Eduardo Blanco, rumor que la República corrige rápidamente mediante desmentido en los periódicos de la época.

En el Salón de Plenos del ayuntamiento de Pueblonuevo, en medio de una enardecida y tumultuosa asamblea se forma el Comité de Defensa de la República, que preside el alcalde y el Diputado y otros militantes representativos del propio Ayuntamiento, (de los partidos socialista (PSOE), comunista (PCE), de Izquierda Republicana (IR) y del Sindicato Único de Oficios Varios. En Peñarroya, se repitieron hechos similares y se creó en el Ayuntamiento su propio Comité de Defensa de la República presidido por José López Cardo, así como otros subcomités, siendo nombrado como Jefe de Prisión Juan Romero Cubero.

El capitán Amador Martín, (El teniente García del Amo sustituiría al vacilante capitán Amador Martín que el 11 de agosto y sería enviado a Madrid junto con el teniente de Espiel, siendo luego ejecutados en Paracuellos del Jarama), ordenó la concentración de todas las fuerzas de los pueblos a sus órdenes, desde Villaviciosa a Azuaga, en el cuartel terriblense, concentración que se efectúa en los días sucesivos sin incidentes. Momentos de tensión se viven cuando la guardia civil ocupa el edificio cercano de la Telefónica, aunque se resuelve gracias a las negociaciones mantenidas entre Eduardo Blanco y el capitán, evitando así la toma por la fuerza del edificio por las aun desorganizadas milicias mineras.

El Jefe de Calderería de la SMMP, Aurelio Tena Fernández de Mora, comienza los trabajos necesarios para blindar varios camiones, las milicias obreras comienzan su organización efectiva. Junto al puente de Peñarroya se produciría en la mañana del 19 la primera víctima local de la guerra civil; Manuel Fernández, Laranca del que dice el periódico La Voz en su editorial del 8 de agosto, que fue tiroteado, además de por faccioso, por no hacer caso a la voz de alto.

La primera actuación de las milicias peñarriblenses fuera de la población se produce ya el martes día 21, cuando un grupo de mineros armados se desplazó en camiones hasta la aldea mellariense de Ojuelos Altos y, sin que se produjeran violencias, redujo al orden a algunos derechistas que habían mostrado sus simpatías por la sublevación desde que la guardia civil abandonó aquella aldea. Tras pequeñas escaramuzas por el Guadiato y aledaños, todo el mundo se dio cuenta que aquello no era una simple cuestión de entusiasmo, que aquello era una guerra, que había que prepararse y organizarse de manera castrense, como indicaba desde Madrid el presidente Azaña y el líder de los socialistas Largo Caballero: “para vencer a un ejército hace falta otro ejército”

Dentro de la provincia de Córdoba, en Peñarroya-Pueblonuevo, en la zona controlada por los Republicanos con motivo del levantamiento militar del 18 de julio, se funda el primer batallón Cordobés que defiende con las armas la legalidad de la II República frente al ejército de los golpistas; el batallón Terrible, fundado por el Capitán de la Guardia Civil García del Amo, el diputado Blanco y el Alcalde de Pueblonuevo del Terrible Fernando Carrión. Surge este batallón y otros más al abrigo del gran potencial obrero de la cuenca minera, compuesto en su mayoría por militantes socialistas y más minoritariamente de comunistas. Este batallón fue dirigido por el Capitán de la Guardia Civil Jesús García del Amo, que posteriormente desertaría con 107 guardia civiles tras fracasar la intentona de toma de la capital Cordobesa, la defensa de Villaviciosa y la desesperada defensa de Peñarroya. Otro batallón reseñable es el “Alerta”, formado por menores de edad y el Batallón perdido “Los Gavilanes” formado entre Peñarroya y Bélmez por un tal Nicomedes Sánchez, finalmente todos acabaron por englobarse en el Batallón Garcés que fue creado en Villanueva de Córdoba. La primera toma de fuego de este Batallón fue la toma de Pozoblanco, posteriormente también intervinieron en la infructuosa toma de la Capital, en la defensa de Villaviciosa y en la defensa de Peñarroya. Tras la toma de Peñarroya el batallón minero esta desecho por lo que sus fuerzas se unirán al batallón Garcés. En 1938 la fuerza del primitivo Batallón Garcés al mando del comandante Ortiz participaron en la batalla de Ebro englobados en la 226 Brigada para posteriormente ser engullidos por el Quinto Regimiento Republicano.

La Maquinilla, fotografía fuente museo ferrocarril País Vasco

La llamada “Huida de Octubre” de 1936, fue un desplazamiento de miles de personas (más de 30.000), utilizando el ferrocarril como medio indispensable para ello. Hay que recordar que la sublevación del ejército nacional triunfó en Córdoba y Sevilla, y desde allí se lanzó a la conquista del Guadiato y del sur de Badajoz. A principios de octubre del 36 aún quedaban en zona republicana Bélmez y Peñarroya Pueblonuevo, las cuales, recibieron una gran oleada de refugiados desde los pueblos de la Sierra de Sevilla, la Campiña cordobesa, Extremadura y Fuente Ovejuna. Esta avalancha humana desbordó las posibilidades de Peñarroya-Pueblonuevo y Bélmez, por lo que se tomó la decisión de sacar a estas personas por tren y dispersarlas por pueblos de Ciudad Real, en espera de del ataque sublevado. Para esta magnífica empresa se establecieron trenes especiales tanto por la línea de Bélmez- Almorchón como por la de Peñarroya-Puertollano.

Desde Córdoba, comenzaron los ataques el 30 de septiembre, conquistando sucesivamente Cerro Muriano, Estación de Obejo, Villaviciosa, El Vacar, Villaharta y Espiel, (el trazado del ferrocarril Córdoba Bélmez), llegando el 11 de octubre a las proximidades de Bélmez, que fue tomado en la tarde del día 12 Al día siguiente, sin apenas resistencia, cayó también Peñarroya-Pueblonuevo.

Estacion de Belmez-Hermita

En las noches de los días once al doce y doce al trece de octubre se produjo un éxodo masivo desde ambos pueblos hacia Almorchón y Puertollano. El alcalde de Bélmez, D. Manuel Robledo, el de Peñarroya-Pueblonuevo, D. Fernando Carrión (que además era Gobernador Civil interino), y el diputado D. Eduardo Blanco fueron los encargados de tamaña evacuación general, una evacuación de cuantía y características nunca vistas hasta la fecha.

Contando con las once locomotoras aparcadas en las estaciones de Villanueva del Rey, Espiel y Bélmez, se dispusieron otros tantos trenes desde Bélmez con destino a Almorchón, además de otros varios desde Peñarroya. Y con las cuatro locomotoras estacionadas en el depósito de Cabeza de Vaca se organizaron cuatro trenes cargados de carbón con el mismo destino. Se establecieron además continuas circulaciones de La Maquinilla desde el Montadero de Bélmez hasta la estación de Peñarroya, desde donde se siguió evacuando a la población al día siguiente. Para evitar el riesgo de que los trenes cayeran en manos de los sublevados, la primera noche no se utilizó la vía estrecha.

En la segunda noche se establecieron varios trenes desde la estación de Peñarroya hacia Almorchón, la evacuación era de tal cuantía, que se arrastraron vagones de mercancías repletos de refugiados hasta Puertollano por la vía de Almorchón. Además, se pusieron en circulación trenes en dirección a Pozoblanco y Puertollano, pero como la línea estaba cortada en la estación de Bélmez-Ermita desde el día 12, se contó con seis locomotoras enviadas a la Estación de Cámaras Altas, todavía en manos del ejército republicano, desplazándose hasta allí la población desde Bélmez o Peñarroya- Pueblonuevo andando, en carros o en camiones.
Para el día 15 de octubre toda la cuenca minera estaba en manos del ejército sublevado, aunque con el frente de guerra establecido entre La Granjuela y Valsequillo por el norte y entre Cámaras Altas y Villanueva del Duque por el Oeste, cortando en esos puntos las líneas férreas.

Antonio Minuesa

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