La muerte suele ser una buena excusa para el recuerdo y la de José Antonio Girón de Velasco,
ex-Ministro de Trabajo y ex-Presidente de la Hermandad de Antiguos Combatientes, acérrimo
defensor de la Victoria y de la posterior Cuarentena Franquistas, ocurrida en Fuengirola (Málaga), el
pasado 22 de agosto, nos ha movido buscar su papel en la historia de Peñarroya-Pueblonuevo, de
donde era Hijo Adoptivo, ya que era un personaje recurrente en la memoria de muchos de los
entrevistados durante estos últimos años.


Discurrían los autárquicos y difíciles años cuarenta. Al mismo tiempo que se iba diluyendo la
represión contra los vencidos, se acentuaban las medidas de reabsorción. Era alcalde de
Peñarroya-Pueblonuevo en aquel año de 1.946, el popular, y populista, Isidro Márquez y Ramírez de
Arellano, empleado de la linea de los Ferrocarriles de Peñarroya y Puertollano, filial de la Sociedad
Minera y Metalúrgica de Peñarroya, y, naturalmente, ex-combatiente. La guerrilla o maquis,
antifranquistas se empezaba a organizar en esta zona y la guardia civil de este puesto había fusilado a 3
enlaces que trabajaban en el cortijo de El Espartal, aunque el hecho apenas había trascendido entre los
peñarriblenses por ser los ejecutados naturales de la vecina población de Hinojosa del Duque. El
Gobierno anunciaba normas implacables contra los especuladores, conocidos popularmente como
estraperlistas, en materia de abastos, que se traducían en la imposición de una fuerte multa de 1.500
pesetas a la SMMP por fabricar pan sin el sello preceptivo. Los aficionados a la lectura disfrutaban de
las aventuras que Mallorquí les ofrecía con su popular personaje «El Coyote», culto héroe californiano,
eterno desfacedor de entuertos y protector de los más débiles. Los aficionados taurinos se preocupaban por la posible boda de «Manolete» y los futboleros soñaban con salir de la pobreza gracias al recién creado Patronato de Apuestas Deportivo-Benéficas. Seguían las cartillas de racionamiento y los cupos para tiendas e industrias. Los obreros pedían se aplicaran pluses para paliar la carestía de la vida y la firma de contratos colectivos, en lugar de los individuales, que quería seguir manteniendo la empresa francesa. En el exterior, México, había solicitado en la Conferencia de San Francisco la exclusión de España en las nuevas Naciones Unidas, actitud que culminaría con la retirada de embajadores y cierre de fronteras por parte de los países que integraban este organismo.

Era este el ambiente que se respiraba en nuestra Ciudad cuando el 27 de octubre de 1.946
llegaba poco después de la 4 de la tarde el Camarada Ministro de Trabajo José Antonio Girón de
Velasco, personificación física de la fuerza del nuevo Régimen vencedor de la Guerra Civil, con su
estampa alta y fuerte, rostro adornado con un bigote fino, a lo Errol Flynn, barbilla voluntariosa y
peinado engominado hacia atrás. Fue recibido en el comienzo del termino municipal, frente a El
Antolín, por el Alcalde, que hizo las presentaciones del resto de las Autoridades Locales, Consejo de
Falange y demás representaciones que le escoltaron en automóviles hasta la Plaza de Belmez.
Entre la multitud de más de 5.000 personas que aguardaba su venida desde una hora antes en
aquella plaza, azuleaban las camisas falangistas perfectamente organizadas detrás de las pancartas de
los 15 sindicatos que integraban la Central Nacional Sindicalista Comarcal. En las filas de los más
poderosos, Combustibles, Químicas, Transportes, Metalúrgicos…, las conversaciones giraban sobre la
personalidad del Ministro, al que los partidarios del Régimen llamaban coloquialmente <el Macho>
por sus posturas antiextranjeras y anti-Sociedad de Peñarroya. Incluso antiguos ugetistas y anarquistas
reconvertidos tenían que reconocer que, dejando aparte la demagogia populista de sus discursos, a él se debía la implantación del Seguro Obligatorio de Enfermedad, tras la ley de 1.942 o la reciente implantación de la Paga Extra de Navidad, que tanta resistencia había encontrado en las empresas, pero
que mejoraban directamente la situación de la clase trabajadora. Además de la decidida actuación del
Sindicato Vertical Comarcal y de los diferentes enlaces sindicales, cuyas frecuentes denuncias
motivaron que las inspecciones de trabajo provinciales exigieran la mejora de las condiciones de
trabajo para los productores de los diferentes servicios, tras la imposición de elevadas sanciones por el
no cumplimiento de los preceptos legales, aunque la SMMP sabía defenderse comprando con prebendas y ascensos a algunos cargos sindicales, provinciales o nacionales y amenazaba con retirarse si la presión era excesiva.

El entusiasmo se desbordó siendo aplaudido sin cesar cuando se bajó para saludar a la
Corporación Municipal en Pleno y a los Delegados de los Sindicatos, así como a un minero anciano
que le hizo entrega de una lámpara minera con una dedicatoria para el ministro, momento en que fue
fuertemente vitoreado por los asistentes. A pie, y escoltado por la multitud, se dirigió al ayuntamiento
siempre entre aplausos y vítores. Desde el balcón dirigió una emocionantes palabras a los reunidos que
llenaban la calle portando las tres banderas del Movimiento. Aquella tarde Girón de Velasco, entre
fuertes abrazos, lo prometió todo: más trabajo, más justicia social, la construcción de las 250 viviendas
sociales que esta Corporación venía pidiendo desde hacía varios años, la construcción de un
ambulatorio para el Seguro de Enfermedad, influir en el ministerio correspondiente para la reapertura
del Instituto de Segunda Enseñanza, una solución al problema del agua, escuelas para los hijos de los
trabajadores…


Cuando se fue al día siguiente, tras la obligada visita explotaciones mineras y a las industrias de
los cercos industriales, hasta los más críticos y reticentes con el régimen franquista pensaban que con
un ministro así todo podía ser posible. Poco tiempo después el Pleno del Ayuntamiento decidía
nombrarlo Hijo Adoptivo de Peñarroya-Pueblonuevo <>. Desgraciadamente el año 1.947 fue el peor que tuvo que soportar el Régimen, dada la
fortísima presión internacional, la pésima situación económica y las actuaciones de la guerrilla
antifranquista por lo que Girón de Velasco no pudo cumplir sus promesas, lo que descorazonó a
muchos de sus partidarios y alentó a sus detractores, a pesar de que en ese mismo año promulgase la
Ley sobre el Subsidio de Invalidez y en 1.950 la de Universidades Laborales para poner al alcance de
los hijos de los obreros el terreno de la enseñanza superior, reservado virtualmente, hasta entonces, a
las clases media y alta.


En los primeros años cincuenta volvió a visitar a los mineros de Peñarroya-Pueblonuevo, pero
el recibimiento no fue tan multitudinario y sí mucho más frío. Sus palabras se escucharon con
escepticismo, a pesar de vivir una década de esperanzadora recuperación económica. Cuando en
febrero de 1.957 Franco prescinde de sus servicios como Ministro de Trabajo al formar su 10o
Gobierno basándose en los tecnócratas y gentes del Opus, se dirá en voz alta, lo que desde hacía unos
años se decía en voz baja, entre los trabajadores de la cuenca: que Girón había amasado una fortuna de
más de mil millones de la época negociando unos terrenos en la costa malagueña, concretamente en un
pueblecito de pescadores llamado Marbella. Aún así se le agradecía lo hecho por nuestra población
otorgando su nombre a una calle y a la nueva barriada construida en Peñarroya-Pueblonuevo y
entregada ya en la alcaldía de D. Alfredo Gil Muñiz, pues la cooperativa promotora se llamó
«Cooperativa de Viviendas José Antonio Girón de Velasco» y el barrio se conoció popularmente como
<La gotera> por la más común de sus numerosas deficiencias.


En la memoria colectiva de estos trabajadores peñarriblenses quedaría este rasgo de corrupción,
inherente al Régimen Franquista, su animosidad contra las empresas extranjeras esquilmadoras de la
riqueza nacional y las leyes que mejoraron parcialmente su condición de asalariados y su salud física.
Para la burguesía local fue el culpable directo del abandono de la empresa francesa. El llamado
«Gironazo» de 1.974 volvió a hacer lucir su nombre efímeramente, para unos como la esperanza de que
nada cambiara a la muerte del Dictador, para otros con el temor de que se prolongara más allá de toda
esperanza.

Por Jerónimo López Mohedano. Cronista Oficial

Publicado en el periódico mensual peñarriblense
El Observador en octubre de 1995

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